¿Cómo terminaste siendo la loca de los gatos?

¿Cómo terminaste siendo la loca de los gatos?

Si estás leyendo esto probablemente no tengas remedio. Ya es tarde

Ya tus días empiezan cuando un gato te despierta pidiendo comida,

y terminan cuando un gato se te acomoda en el pecho o entre las piernas.

Si estás leyendo el post,

ya eres la loca o el loco de los gatos.

Cuando miras atrás es difícil determinar el segundo exacto en que empezó tu metamorfosis. Seguramente ibas por la calle y encontraste un gatito pequeño maullándote a la altura de los tobillos. Debes haber pensado que era tierno, y una ola de compasión tomó el mando.

Quizá andabas con las manos llenas de libros, o de la compra de la semana. Quién sabe si sólo traías tu cansancio. Lo más probable es que caminaras unos pasos antes de volver y recoger al minino.

Seguro pensaste, bueno… es sólo una pequeña bola de pelos

¿cuánto trabajo puede darme?

No suponías que estabas empezando un camino del que no hay retorno. Porque cada vez que alguien se suma a esta pequeña pandilla de cuidadores felinos,

lo hace para toda la vida.

No puedo decirte si es magia, una maldición, o un regalo increíble. En mi caso me despertaron los maullidos de unos recién nacidos. Un vecino los había botado al borde del agua, en la laguna que queda a menos de diez metros de la casa, cuando vivíamos en Cienfuegos.

El llanto de un gato pequeño es algo que no puedes ignorar. Es un grito de ayuda que toca lo más noble que hay en tu corazón. Y lo sigue haciendo hasta que lo cargas, lo alimentas, lo limpias, y te aseguras de que esté a salvo, bien calentito.

Luego no hay manera de escapar.

Ves todas las colas y las patas menudas asomando de cuaquier rincón. Sientes que te persiguen, o que algo los guía y los pone en tu camino. Te preocupas, dices que ya no puedes recoger otro, que es demasiado trabajo y hay muy poca comida disponible.

Pero lo dices mientras te agachas, envuelves la bola peluda entre tus manos, y la pones junto a tu pecho.

Allí donde nada malo puede sucederle, en el centro mismo del amor.

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