Unos frijoles sazonados con mucho zazen

Unos frijoles negros sazonados con mucho zazen

El octavo día del mes de diciembre, se celebra el nacimiento del Budha histórico,el príncipe Sidharta Gautama. Shakyamuni Budha. 

En nuestro linaje, ese día también se celebra la transmisión de maestro a discípulo o shijo  en japonés. 

En esa fecha, el maestro Bodhidharma dio la transmisión a su discípulo Eka. Este acontecimiento trascendental se recuerda cada día ocho de diciembre con una Sesshin a la que se le llama Rohatsu, o del octavo día. 

En la Sesshin de invierno del 2019 en Cumanayagua, se cerraba el ciclo de la primera transmisión del Dharma en Cuba, de Sensei Bárbara Kosen a Sensei Michel Tai Hei. 

Era el último día de la Sesshin,  al Tenzo se le había entregado el kesa de monje en la mañana, y hubo tanto ajetreo en la cocina que ni él, ni el ayudante de cocina recordaron que era Rohatsu

Tampoco sabían que en ese día tan especial del calendario,  se practica más zazen que de costumbre, a tal punto que en algunos templos se espera el amanecer así,  simplemente sentados. 

En la tarde, al regresar del paseo por el río,  el ayudante de cocina le dijo al Tenzo: 

Ya falta sólo  un pequeño zazen y prepararnos para la fiesta del final de la Sesshin, ¿qué vamos a hacer de comida?

Vámonos con algo tradicional cubano,  respondió el Tenzo.  Hagamos arroz,  frijoles y viandas fritas. Podemos poner los frijoles en una olla de presión y en cuarenta y cinco minutos,  que es lo que dura un pequeño zazen,  tienen tiempo de sobra. 

Para los frijoles tomaron una olla de presión muy grande y potente que había en el lugar y pusieron bastante leña en el fogón. 

Para que siga encendida cuando regresemos,  dijo el Tenzo. 

Cuando sonó el madero llamando a zazen,  el arroz estaba listo. Pero en el fuego,  muy bravo,  quedó la olla de presión con los frijoles que ya tenían sofrito,  tomate, y aceite de oliva. 

Nos vemos ahorita, se dijeron los encargados de la cocina. 

Ya en Zazen, el Tenzo esperaba la campanada que daría el fin de zazen y el fin de la seshin, pero en su lugar,  oyó la campanita que llamaba a Kin Hin… 

Oh,  oh,  pensó, … los frijoles… 

La segunda parte de este zazen fue una tortura,  veía la olla volando por los aires, la cocina destrozada. Si escucho con atención, pensaba, oiré la explosión. 

Pero la explosión no llegaba. Lo que llegó fue el kusen de Sensei Bárbara explicando que este zazen  sería mucho más largo, y otra campanita llamó a Kin Hin.

Al Tenzo este zazen se le hacía interminable, luego de Kin Hin,  Sensei dijo, MONDO…

Al virarse al centro del tatami,  el Tenzo pudo ver los dientes blanquisimos del Bodhisattva Sonrisa del Patriarca,  el ayudante de cocina,  que de tan nervioso sólo atinaba a sonreír. 

Luego del Mondo,  hubo otro Zazen. El Tenzo estaba tan adolorido que olvidó por completo los frijoles y  el tiempo.

Llegó  el fin de zazen. Sensei Tai Hei comenzó a hablar con el Tenzo,  todos estaban muy alegres. Sensei preguntó: ¿Y qué tendremos de comida?

El Tenzo respondió,  arroz,  frijoles… Y fue entonces que todo le vino de golpe a la cabeza.

Sensei Michel se quedó solo en medio del camino junto a Sensei Bárbara y el Tenzo se lanzó a correr frenéticamente hacia la cocina. 

Frente a él podía ver en la oscuridad las plantas blancas de los pies del ayudante de cocina quien también corría unos metros más adelante. 

Ya en la cocina el Tenzo sólo era capaz de mirar al techo a ver si veía la mancha de frijoles o un agujero. 

Pero eso no pasó, cuando bajó la vista vió la sonrisa desorbitada del ayudante quien decía entre extrañado y alegre:

Asere,  esto quedó especial.

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