Una Sesshin sin contratiempos

Una Sesshin sin contratiempos

Recientemente alguien me dijo que había leído algunas de las historias de este blog y se percató que siempre ocurre algún disparate en las Sesshin.

Le respondí que las Sesshin están siempre llenas de trastadas.

Yo he ido sólo a una y en esa no pasó nada. Menos mal. Me dijo.

Sonreí pues en esa Sesshin ocurrieron muchas cosas. Algunas realmente increíbles.

Esta conversación me hizo recordar que al principio yo tampoco veía nada fuera de lugar. Podía concentrarme solamente en mi práctica.

Sobre todo en mi sufrimiento personal. Mis problemas con zazen, mis dolores de rodilla, mi relación con Sensei,  mis dudas respecto al zen, lo alto de mi zafu, la costura de mi Rakusu.

Claro que toda esta concentración era posible gracias a que la comida estaba siempre a la hora justa y muy bien cocinada, el Dojo siempre estaba recogido, limpio, y todo marchaba a la perfección con la exactitud de un reloj.

Estábamos en un lugar hermoso que alguien había rentado con meses de antelación y todo estaba a punto para nuestra llegada. No faltaban ni el agua,  ni el gas para cocinar,  ni el papel sanitario o la ceniza para usar en los baños secos

Ni siquiera tenía que preocuparme por poner un despertador. A la hora justa,  alguien pasaba con una campana despertando a todos.

Fue algún tiempo después que comenzamos a preparar jornadas y Sesshin en nuestra ciudad que comencé a percatarme de algunos detalles.

Tuvimos que arrendar locales o pedirlos prestados. Hablar con muchas personas,  comprar comida y coordinar transportes o comprar pasajes.

Muchos detalles comenzaron a aflorar,  en su momento fueron cosas risibles a las que les di poca o ninguna importancia.

Recordé que una vez vi al Tenzo corriendo como un loco porque faltaba poco tiempo para zazen y se terminó el combustible para cocinar,  que el Shuso preguntaba por un sillón amplio para una ceremonia.  Alguien buscaba flores blancas en una playa sin vegetación y muchas,  muchas cosas más.

Pensé entonces en mi egoísmo de principiante y agradecí profundamente a todos los que de una forma u otra han corrido y se han esforzado al máximo para que cuando yo llegue al Dojo no haya más que hacer sino abandonarse a la práctica de Zazen.

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