El chico de la próxima Sesshin
La Sesshin es un período maravilloso que también puede resultar difícil. En más de una ocasión puedes perder la paciencia, los estribos, y la postura. Pero al final de la jornada sabes que no hay alternativa, que vas a regresar siempre que se organice una.
No logras explicarlo con claridad porque los amigos que no practican zazen piensan que irse a una Sesshin es como irse a un spa para relajar, meditar acostado a la orilla de la playa, y comer saludable. Cuando cuentas sobre las horas de zazen, el samu, y los encontronazos, siempre parecen dudar de tu historia.
A qué vas si la pasas mal, preguntan. Y en realidad no es que la pases mal. Se trata de verse a uno mismo tal y como es, con todas las implicaciones que tiene. Y de hacerlo rodeado de otras personas que también están viviendo ese proceso. Puede resultar desconcertante, y uno opone cierta resistencia a abandonar la idea que tiene de quién y cómo es.
Por eso siempre me río cuando aparece el chico de la próxima Sesshin. Esa persona que siempre pregunta cuándo habrá otra, y que siempre parece dispuesto a participar, hasta que faltan apenas unos días en que desiste porque está enfermo, o ha surgido un compromiso de trabajo. Es alguien que ya estuvo una vez, y libró una batalla dura con su ego.
El chico de la próxima Sesshin quiere aprehender el zen a través de las palabras. Quiere debatir, y espera que la práctica de zazen y el despertar sean algo así como flotar en nubes de colores mientras todo huele a orquídeas silvestres, y no hay ya ni pies cansados, ni hambre, ni sueño.
Tiene opiniones fuertes, está de acuerdo con algunas enseñanzas, y puede citar más de un Sutra de memoria. Está ahí rígido, tenso, a punto siempre de estallar. Uno, que también está tenso y rígido muy de vez en cuando, le dice que es así, que descubriendo dónde se traba el paraguas del cuerpo y de la mente es como aprendemos a lidiar con nuestros asuntos pendientes y nuestro karma.
Y el chico de la próxima Sesshin sonríe, te dice que ya entiende, y que lo anotes sin falta para el próximo encuentro. Cada vez…
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