LOS COMIENZOS DEL ZEN EN CUBA

LOS COMIENZOS DEL ZEN EN CUBA

Este artículo fue escrito por el monje Gustavo. Él participó en el primer Ango que tuvo lugar en Cuba junto al Maestro Kosen Thibaut. Sus memorias son un tesoro de nuestra Sangha. Hoy las comparte con generosidad ilimitada.

Hola, mi nombre es Gustavo. Comencé a practicar zazen en  1991,un año después le pedí la ordenación de monje al maestro Kosen. Nací en Argentina pero resido hace veinte años en Madrid. Allí practico en el Mokusan Dojo junto a la sangha (comunidad de practicantes) de la maestra Bárbara Kosen. 

 Hace un tiempo, desde la sangha cubana, me pidieron que contara como fue esa primera vez en la que el maestro Kosen dirigió una sesshin en la isla. Durante días estuve buscando en los rincones de mi memoria para recordar los detalles de ese acontecimiento cósmico. Aquí va lo que pude encontrar.

Resulta que allá por el año 1996 Kosen, que desde el 92 venía dirigiendo todos los años campos de verano en Argentina, decide que el año próximo el ango de Argentina se trasladaría a Cuba. El cambio de planes nos tomó a todes por sorpresa y tanto sus discípulos y discípulas americanas como las y los europeos, nos preparamos para vivir una nueva aventura siguiendo a nuestro maestro. Digo “una nueva a ventura” porque algunas y algunos de nosotros ya habíamos tenido la maravillosa experiencia de seguir a Kosen en sus viajes. En años anteriores habíamos estado practicando junto él a más de 4.000 metros de altura en el altiplano boliviano, compartiendo zazen con descendientes de los pueblos originarios que hace miles de años habitan esas tierras. También lo habíamos acompañado a hacer la primera sesshin en tierras uruguayas y hasta hicimos un viaje, al que yo me animaría en llamar iniciático, atravesando Argentina, en donde llegamos, sin darnos cuenta, hasta un pueblo en el valle de Punilla llamado Capilla del Monte. Lo que ninguno de nosotres se imaginaba era que unos cuantos años después volveríamos casi mágicamente a esas sierras de la provincia de Córdoba para fundar el templo Shobogenji (Ojo del verdadero Dharma)

Foto cortesía de la monja Renkai

Así fue como durante los primeros días de febrero de 1997 fuimos llegando a La Habana en pequeños grupos. Tanto argentinos y argentinas como europeos y europeas nos hospedamos las dos primeras noches en diferentes casas mientras nos preparábamos para partir rumbo al lugar en donde, junto a las y los practicantes cubanos, haríamos una sesión de diez días dirigida por el maestro Kosen. Al segundo día de llegar, pudimos hacer un primer zazen en una instalación del jardín botánico, con la emoción de practicar por primera vez en tierra cubana junto a nuestros hermanos y hermanas del zen. Para los y las argentinas la emoción era mayor por todo lo que significaba Cuba, la revolución y ese médico argentino que un día salió de su país a recorrer América y terminó luchando junto al pueblo cubano para echar a un dictador.

La sangha cubana ya tenía todo medianamente organizado, la comida, el transporte, los zafus, etc., etc. El estado, a través del ministerio de cultura, nos había cedido un lugar donde tendríamos las condiciones mínimas para poder hacer un pequeño ango de diez días. Parte del acuerdo con el ministerio incluía unas charlas sobre la actualidad cubana que nos darían a los extranjeros y extranjeras. Ya estábamos preparados para salir y el día anterior nos comunican que estaba todo en orden, que estarían encantados de recibir en sus instalaciones a la comitiva de extranjeros y extranjeras practicantes del zen pero que por orden ministerial sólo podrían asistir cuatro cubanos o cubanas. En un instante el ango junto a la sangha cubana, se había desvanecido. Impermanencia pura. Nos miramos todos desconcertados y hasta hubo alguna lágrima de impotencia y frustración. En el momento de enterarnos, todes dirigimos nuestras miradas hacia Kosen. Él nos miró y dijo algo así como : “ Vinimos a practicar con la sangha cubana  y si a los cubanos les impiden entrar. No vamos. O todos o ninguno. Para hacer zazen en Cuba no necesitamos ese lugar”.

No se cómo fue pero a alguien se le ocurrió la brillante idea de trasladarnos a una ciudad cercana llamada Guanabo y alquilar una gran casa para transformarla en dojo. El resto de la gente también alquilaría casas para vivir allí durante los diez días que duraría el, ya improvisado y atípico ango. Había que ver la cara de alegría de nosotres cuando nos enteramos de que Guanabo tenía una hermosa playa caribeña. ¨Bad become good¨ decía el maestro Deshimaru .

Foto cortesía de la monja Renkai

Al otro día emprendimos el viaje hacia Guanabo. Algunos, como buenos turistas, aprovechamos para alquilar esos hermosos coches de los años 50 que los cubanos saben conservar impecablemente. La sangha cubana iría discretamente poco a poco y compartiría con nosotros las casas que alquilamos.

Ya instalados y diseminados por varias casas del pueblo, Kosen decidió que durante la preparación haríamos un zazen por la mañana, después comeríamos la gen mai (el desayuno tradicional de los monjes zen) y por la tarde haríamos otro zazen. Una vez terminada la preparación haríamos una sesshin (practica intensiva) y el ultimo día, ordenaciones. Como en esa época Cuba sufría las consecuencias de un salvaje bloqueo y estaba en pleno período especial, llevamos en nuestras maletas un buen arroz integral, salsa de soja y semillas de sésamo para poder comer la guen mai todas las mañanas pero las verduras escaseaban y algunos días la guen mai sólo tenía arroz y cebollino. Sin embargo y a pesar de todo, era una de las sopas más ricas que había probado en mi vida.

Guanabo tenía varias discotecas, entonces aprovechamos para aprender a bailar salsa, el entusiasmo de la sangha de extranjeros y extranjeras por bailar era tal, que el primer zazen del día, que normalmente es a las 07.00, el maestro Kosen lo pasó a las 09.30 para que tuviéramos unas horas más de sueño después de nuestras largas noches rumberas.

Foto cortesía de la monja Renkai

Día tras día, un rato antes del zazen salíamos de nuestras casas rumbo al dojo.El maestro se reía con su característica carcajada cuando nos veía llegar quemados por el sol caribeño y decía: “los argentinos están felices, un poquito de zazen y muchas vacaciones “.

Así fue como fueron transcurriendo los días sin inconvenientes, compartiendo zazen con la sangha cubana. Aunque a veces teníamos la sensación de que nos estaban vigilando. Algunos días veíamos demasiada policía en las cercanías del dojo. Claro que un grupo de hombres y mujeres, muchos de ellos calvos, vestidos con kimonos negros, paseando por un tranquilo pueblo costero de Cuba, no podían pasar desapercibidos. Y si realmente nos vigilaban habrán comprobado que no representábamos ningún peligro para la revolución porque nosotros también hacíamos la revolución, la revolución interior.

El campo de verano terminó con una emotiva ceremonia en donde el maestro Kosen ordenó a muchos cubanos y cubanas. Hasta pidió la ordenación gente que en ese ango había hecho zazen por primera vez en su vida. Luego hicimos una gran fiesta donde no faltó el ron la música y el baile.

Foto cortesía de la monja Renkai

 Finalmente, atravesando todas las dificultades, el primer ango en Cuba se había podido concretar. Los y las participantes regresábamos a nuestra vida cotidiana, a nuestro gyoiji. Como decía el maestro Deshimaru. A La repetición de la práctica sin meta, sin fin, siguiendo el orden cósmico como el sol que ilumina siempre la tierra sin solicitarle nada a nadie.

Había terminado el primer ango de Cuba. La semilla ya estaba sembrada.

Foto cortesía de la monja Renkai

2 comentarios en «LOS COMIENZOS DEL ZEN EN CUBA»

  1. Muchas gracias por el maravilloso recuento hermano Gustav, se siente la alegría de aquellos días novicios para la práctica en Cuba. Y pensándolo bien no hay mucha diferencia con relacion a aquellos días a como estamos ahora, pero a cambio tenemos un maravilloso Maestro que desde esos tiempos no ha dejado de practicar y algunos que junto a él continuamos la dicha de seguirlo respetando lo transmitido por Kosen en aquellos momentos. Tiempos después regresaste y espero que vuelvas ya qué bien recibido serás y eres para los que te conocemos y los que leen este recuento te leen una joya del resultado del Zazen. Gracias nuevamente por trasladarnos a aquellos tiempos. Mi corazón. Monji.

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