A veces nos aferramos tanto que duele

A veces nos aferramos tanto que duele. Cómo viejos soldados que no salen de la trinchera aunque la guerra haya terminado.
A veces nos aferramos sin soltar, sin perder.
Zazen nos propone dejar ir, abrir las manos, abandonarnos al orden cósmico, sin dudar. Sin perder tiempo.
Este salto de fé al vacío nos cuesta mucho. Sin embargo, a pesar del forcejeo, de la lucha constante a la que nos enfrentamos.
¿Es realmente necesario seguir en la trinchera?

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